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domingo, 25 de febrero de 2018

Las redes sociales sacan el chairo que llevamos dentro






Por Javier Murillo



Conforme se acercan los días más intensos de las campañas, mis clientes y conocidos me preguntan qué peso tendrán las redes sociales en el resultado del próximo 1 de julio.
Mi respuesta: todos los candidatos la tienen difícil. Para atraer a los millennials, que representan la mayoría de los votantes, tienen que generar un movimiento que los haga salir a votar (físicamente) por ellos, no solo desde Facebook. Ir del movimiento a la movilización.
Lo que funciona en las redes es el activismo. Quienes ya formaron parte del “sistema oficial” tienen todo en contra en ese espacio, que legitima lo que cumple su concepto de “ciudadano”. Originalmente, y según el Colegio de México, un “chairo” era quien se asumía de izquierda, pero sin tener partido. Hoy, en la práctica, se refiere a toda manifestación en contra de lo establecido. Chairo es lo políticamente correcto llevado al tono de la denuncia para quedar bien consigo mismo y los followers. Rara vez (por no decir nunca) se convierte en querella legal.
¿Saben qué mexicano logró ganar una gubernatura desde las redes? Jaime Rodríguez “El Bronco”; en 2015 su discurso irreverente arrasó en Facebook. Tres años después, aún si logra estar en la boleta, la tiene tan complicada -o más- que el resto de los políticos. Su breve y polémica trayectoria lo convirtió en ese “hombre de sistema” que no pega con la ideología digital.
Hoy, en México, la gente joven en edad de votar (los millennials) son mayoría en el padrón electoral. Los Baby-boomers y la Generación X eligieron a Fox, Calderón y hasta a Peña Nieto. ¿A quién escogerán los activistas millennials?
Pero antes hay que preguntarse qué convencerá a los millennials para que salgan a votar. La generación Netflix, la que creció con el botón de like, es difícil de llevar a realizar una “acción física”, de tal manera que puede ocurrir que el sentimiento en redes sociales se incline por determinado candidato, pero si los activistas que ahí lo proclaman no acuden a las urnas serán las bases duras de cada partido y otras generaciones quienes definan los resultados.
Si se registra ese escenario, podemos dar por sentada una crisis de credibilidad similar a la que vive Reino Unido tras el Brexit. La disonancia entre el sentir de los participantes en el mundo digital y los “de allá afuera” causa oleadas y estragos que, si vemos el ejemplo inglés, no son para nada menores.
¿Quién ganará estas elecciones? El candidato que logre mover gente de las redes y movilizarlas hacia las urnas, con la mayoría de esos votos a su favor. La moneda está en el aire.

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